Los aditivos alimentarios no tienen valor nutricional, pero se añaden a los alimentos en pequeñas cantidades para cumplir una función específica. Algunos, como los conservantes, impiden que las bacterias o el moho estropean la comida, para que dure más. Los colorantes se usan para hacer que nuestra comida parezca más atractiva. Los emulsionantes permiten que el agua y los aceites permanezcan mezclados en una emulsión, como por ejemplo en la mayonesa. Aunque puedan tener una percepción negativa, todos los aditivos que encontramos en nuestro plato han sido sometidos a una prueba exhaustiva y aprobados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y clasificados como seguros.
Esta lista proporciona una descripción general de los aditivos alimentarios aprobados para su uso en alimentos en la UE, su función y condiciones de uso.
Los aditivos alimentarios siguen siendo el tema que más se desconoce dentro de la alimentación y que preocupa más a los consumidores.
Si se echa aceite en agua, ambos líquidos no se mezclarán nunca, a menos que se añada un emulgente. Los emulgentes son moléculas con un extremo afín al agua (hidrofílico) y otro afín al aceite (hidrofóbico). Hacen posible que el agua y el aceite se dispersen casi completamente el uno en el otro, creando una emulsión estable, homogénea y fluida.
Los conservantes son un tema habitual en los debates públicos y, cada vez que se habla de ellos, muchos consumidores los asocian con productos químicos modernos y dañinos, presentes en los alimentos. Sin embargo...